En momentos en que el buen tiempo comienza a instalarse en la mayor parte del territorio canadiense, miles de personas empiezan a hacer sus planes para disfrutar del patio trasero, la piscina y las parrilladas.
Cuando llega la temporada en la que el humo y el aroma de los asados invade la mayoría de los barrios, los expertos en salud reiteran algunas previsiones a la hora de la ingesta de carnes.
Procesada es peor
Una investigación llevada a cabo por científicos de la Universidad McMaster alerta sobre el peligro que representa la ingesta de carnes procesadas, por el vínculo que estas tienen en incrementar los riesgos de padecer enfermedades cardiovasculares.
Sin embargo, los autores del trabajo indican que tal situación no implica que comer carnes rojas deba ser una práctica que debamos abandonar necesariamente.
Según el estudio, el riego señalado no pudo ser verificado en el caso de las carnes rojas frescas, es decir no procesadas, como tampoco en la ingesta de carnes de aves.
Los investigadores determinaron que consumir 150 gramos o más de carne procesada a la semana tiene el efecto de aumentar el 46 por ciento la posibilidad de padecer trastornos cardiovasculares y 51 por ciento el riesgo de muerte prematura, en comparación con las personas que no comen dichos productos.
En términos sencillos, preparar la barbacoa con cortes de carne o incluso hamburguesas no procesadas no debería ser motivo de preocupación para quienes buscan cuidar su salud, pero sí tendrían que pensar seriamente en dejar de lado las salchichas, chorizos y otros embutidos.
Todo en su medida
El estudio se basó en la información obtenida de 134.297 personas, en 21 países distintos, en los que se hizo un seguimiento de la respuesta del sistema cardiovascular ante la ingesta de carnes.
Los hábitos dietarios de los participantes fueron registrados usando un cuestionario en torno a los alimentos consumidos regularmente, al mismo tiempo que se recolectó información sobre la mortalidad y los eventos cardiovasculares.
El conjunto de la data obtenida llevó a los investigadores a postular que el consumo modesto de carne no procesada, como parte de una dieta saludable no estaría relacionado con daños en las salud de las personas.
Pero, “si reemplazamos la carne roja por carne transformada, probablemente esto tendrá un impacto negativo”, señala Benoit Lamarche, director del Instituto sobre la Nutrición y los Alimentos Funcionales de la Universidad de Laval, citado por la agencia The Canadian Press.
El experto sostiene, entonces, que la ingesta de embutidos seguramente será mucho menos beneficiosa para la salud que comer carne roja fresca, sin sustancias químicas ni agregados que suelen ser de uso frecuente en la industria alimentaria.
De todos modos, Lamarche recuerda que siempre será más recomendable reemplazar la carne con proteínas de origen vegetal.
Aunque sería deseable contar con más investigaciones sobre el tema, la información con la que disponen hasta el momento los expertos lleva a decir que el valor nutritivo de los alimentos procesados, es decir, aquellos que han sido transformados, perdiendo su forma y composición original, muy probablemente no sean los mejores aliados para proteger la salud de la persona.
Otro consejo que dan los expertos a quienes gustan de consumir carne es que, en el caso de las hamburguesas, es preferible comprar piezas de carne fresca completas, para luego fraccionarlas y molerlas en casa; estas serán siempre mucho más sanas y nutritivas que los productos envasados y congelados que se pueden comprar en el supermercado.
Carnívoros en retroceso
Las estadísticas muestran que el consumo de carne en Canadá se ha ido reduciendo progresivamente en los últimos 40 años, con una nivelación de la tendencia en los 5 años más recientes.
En 2019, el consumo de carne per cápita en suelo canadiense rondaba los 27,4 kilos y se prevé que la cifra se reduzca en 2021.
Entre comienzos de los años 80 y 2000, el consumo de carne por parte en el país fue bajando en un promedio de 4 kilos por década.
El costo del producto, las pautas culturales y los cambios en los hábitos alimenticios explican en buena medida la declinación del consumo cárnico.
Según el Consejo de la Carne Canadiense, las personas en el país consumen 41 gramos de carne fresca por día, siendo la ingesta mayor por parte de los hombres, respecto a las mujeres.
Una porción normal de carne fresca equivale a 75 gramos del producto.
En el caso de un sondeo citado por la entidad, la firma Ipsos estableció que el 72 por ciento de los canadienses consumen 3 o menos porciones de carne por semana.
Además, el Consejo resalta la importancia de la carne fresca para asegurar la provisión de proteínas, hierro, vitaminas y minerales que necesita el organismo humano.
En todo caso, el hábito de consumo de carne por parte de las personas es tema de un debate que parece lejos de terminar.
Fuentes: Universidad MacMaster / The Canadian Press / Consejo de la Carne Canadiense / Statista.
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