Conoce este esplendoroso lugar, que se ha convertido en la atracción preferida de los visitantes a República Dominicana.
La Romana. Existen rincones exóticos en el Caribe con un encanto que te atrapa y te invita a perderte en él. En el sureste de la República Dominicana hay uno de esos espacios mágicos: se llama la isla Saona.
Para disfrutar sus paisajes hay que llegar hasta el pueblo de Bayahíbe, de donde parten todas las excursiones. De hecho, los hoteles de Punta Cana o La Romana, ofrecen esta excursión y otras actividades recreativas para todos los gustos: paseos a islas, zip lines, carreras en buggies, caminatas tipo safari, visita a la capital Santo Domingo, hasta deportes acuáticos y natación con delfines. De hecho, los agentes de viaje en Puerto Rico pueden coordinar estas excursiones para que vayas con la seguridad de tener todo listo y evitar imprevistos de última hora.
Al iniciar la excursión, uno de los guías, natural del lugar, nos ilustró acerca de la historia de Saona, una de las islas del sureste más grandes de República Dominicana, con cerca de 400 habitantes que dependen exclusivamente del turismo y la pesca para subsistir. No es un paraje desconocido, pues en temporada alta reciben hasta 500 personas al día. Tras una hora de recorrido llegamos a una playa donde tomamos un catamarán y por las siguientes dos horas apreciamos las espectaculares vistas del lugar.
Fuimos testigos de cómo el azul del mar transformaba su color, de azul profundo a verde turquesa o azul menos intenso, mientras disfrutábamos del olor de la brisa de mar y el calorcito del sol.
A la llegada a este paraíso tropical nos esperaban seis gazebos gigantescos. Construidos de grandes palmeras típicas del país, son resistentes al sol, a la lluvia y a las barbacoas que bajo ellas se cocinan. En cada una hay un moderno y atractivo mobiliario de exteriores para sus visitantes, dos elegantes mesas de comedor para 12 comensales y un bufé que incluye pastas, ensaladas, arroces, vegetales y frutas, mientras en la barbacoa los cocineros preparan pollo, pescado, carnes y langostas. Estos manjares son acompañados por vinos tintos, blancos, cervezas o la bebida de su predilección.
Almorzar frente al mar es una experiencia deliciosa. Luego de un buen descanso en una silla reclinable, tienes la oportunidad de darte un chapuzón en esa playa de arenas blancas y aguas cristalinas, una experiencia que te hace pensar que encontraste el edén caribeño.
Parte del atractivo de esta isla es descubrir por qué forma parte del Parque Nacional de Cotubanamá y está protegida por el gobierno. Así que partimos de esa zona rumbo a otro lugar: playa Palmilla, donde disfrutamos el resto de la tarde. Otras excursiones incluyen snorkeling, lo que permite la oportunidad de zambullirse y ser parte de esta majestuosa maravilla natural.
Por Wanda I. Orengo Pérez
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