Si usted es un viajero frecuente quizá se haya dado cuenta de que las azafatas esconden las manos detrás de la espalda mientras reciben a los pasajeros a la entrada o pasan por el pasillo.
No son agentes de seguridad que esconden armas de fuego ni de electrochoque, sino que llevan un contador en la mano.
Antes de despegar, las azafatas deben contar a todos los pasajeros que han subido a bordo y verificar que el número coincide con la cantidad de gente registrada, informa el portal marketium.
Si hay menos pasajeros dentro, el vuelo se demora hasta que se averigüe quién es el que falta y por qué razón (si se ha quedado dormido en la sala de espera o si ha facturado su valija repleta de explosivos). Así que, si es necesario, se descarga todo el equipaje. De todos modos el avión no despega antes de que sea totalmente seguro.
Para no llamar la atención de los pasajeros sobre el recuento, los auxiliares de vuelo ponen las manos detrás de la espalda.
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