Para quienes se desempeñan en este oficio significa todo un reto contar una historia en pocos minutos y que esta sea atractiva para el espectador
Santo Domingo
Más ágil que una tortuga… más fuerte que un ratón… más noble que una lechuga… su escudo es un corazón… es ¡el cortometraje!… Este tipo de producción representa una excelente herramienta para el desarrollo de la cinematografía dominicana. Se muestra como el héroe de la historia. Quien defiende a los desamparados y acaba con los villanos.
Debido a su poca duración con él cientos de jóvenes dan sus primeros pasos en el séptimo arte. Además de que la presencia incesante de piezas de dominicanos en festivales internacionales asegura a República Dominicana un puesto como un país al que hay que tener en cuenta a la hora de revisar aplicaciones.
“Contamos con grandes plataformas para que esto suceda, porque tenemos mucha variedad en cuanto a festivales de cortometrajes. En estos eventos podemos ver obras audiovisuales con ideas muy arriesgadas, que cuentan historias de una manera que no es convencional”, explica la comunicadora Brianda Carreras.
Lo que hace falta, según expresa, es el apoyo, la distribución y exportación de estos trabajos.
El corto representa, además, una manera inteligente de levantar una industria de cine de la cual el país pueda sentirse orgulloso. “Como profesionales debemos perfeccionarnos y es más fácil hacerlo a través de muchas producciones con calidad que realizando grandes producciones de largometrajes que aún no den la talla”, considera la realizadora Virginia Sánchez.
Mientras que el director Rodney Llaverías convoca a todo aquel que sienta la necesidad de contar historias en un medio visual a que busque la manera de hacer cortos, sin importarle grabar hasta con un teléfono. “Lo que más se exhibe en los festivales de cine son los cortometrajes, porque son fáciles de programar y los programadores quieren rellenar los espacios vacíos; solo así podremos darle oportunidad a los talentos nuevos de tener una voz aquí y en el extranjero”.
Entre 2014 y 2015 se esperaba un total de 35 películas dominicanas. No obstante, se hacen más cortos cada año que largometrajes: en algunos concursos se han presentado hasta 300 cintas de este tipo. “Hay docenas de jóvenes realizando trabajos cortometrajes en todo el país, esto era algo que hace un par de años incluso era impensable. Desde luego mucho tiene que ver el uso de las nuevas tecnologías de filmación que posibilitan que cualquier persona con acceso a estas pueda hacer cine aunque sea en corta duración”, explica el profesor Joan Espino.
¿Por qué cortos?
Para la directora Violeta Lockhart la mejor característica de este tipo de filme radica en que gracias a su duración se puede experimentar a un bajo costo, tratar diferentes géneros y descubrirse como realizador. “Otra cosa es que vas conociendo a través de estas colaboraciones a los futuros integrantes de tu equipo, o qué es lo que más te gusta hacer en el cine. Los cortometrajes son una probadita de lo que puedes hacer en un futuro”.
De acuerdo al productor Jensson Cruz, una de sus ventajas se encuentra en la facilidad de acceso a su realización, y el aprendizaje que se puede conseguir a través de este tipo de proyectos. “Esto nos brinda cierto conocimiento a la hora de emprender o formar parte de un proyecto de largometraje, aunque no siempre sea así. Aparte de la posibilidad de trabajar de manera más íntima”.
Igual que sus compañeros, el director Ronni Castillo lo considera un constante de método de práctica. “Por razones de presupuesto, y de tiempo, han sido el ejercicio para nuevos realizadores aunque se establece que el cortometraje le es al realizador lo mismo que representaría para un actor un monólogo, es decir su pieza maestra”.
De pura cepa
A Virginia Sánchez le gustaría ver la historia del dominicano del día a día; aún cuando sea en un género de fantasía o de terror. “He escuchado a una cantidad gigantesca de gente decir que no ve cine dominicano porque no es su ‘tipo’. Hay que aprovechar a ese mercado que prefiere ver cine estadounidense, argentino, español, y hacer filmes para ellos también”.
Según Llaverías en este punto yace uno de los problemas más perjudiciales en el séptimo arte porque no hay diversidad en los relatos que se cuentan: “Me gustaría ver el desarrollo de historias que toquen los temas que hoy en día nos abatiesen, anécdotas del pasado que moldean nuestro presente, que empujen a romper los estigmas. Nuestra meta es pelear por contar historias que nos identifiquen y le den al resto del mundo un retrato de nuestra humanidad”.
La directora Sathia Lorenzo destaca la riqueza cultural del país y el hecho de que posee grandes autores con extraordinarias obras. “Si hacemos un trabajo de investigación sobre personalidades que han trascendido, artistas que lo han dado todo, podríamos ver en la pantalla grande historias más humanas, con mensajes que enriquezcan al espectador”.
Queridos Reyes Magos:
Como niños que esperan recibir su regalo en Día de Reyes, estos realizadores albergan deseos para la gran pantalla.
“Me encantaría que lograra su propia identidad, que podamos decir que tenemos un cine que goza de cualidades dentro del Cine Mundial que le hacen ser identificable del lugar de origen, pero para esto aún nos queda quizás mucho tiempo de desarrollo, de prueba y error”, considera Espino
Al igual que el cineasta, Lockhart desea que se fortalezca la industria y que pueda encontrar una identidad, además de recurrir a historias más sencillas para lograr hacer cine de más calidad.
Mientras que Jensson Cruz asegura que el celuloide de la isla tiene sed de nuevas historias, oportunidades, actores y actrices que se vean llegar desde personajes secundarios a principales en largometrajes recientes, más drama, acción y menos límites en las producciones.
“Le deseo paciencia. Para permitir que los profesionales se sigan preparando, de manera que estemos siempre a la altura de la tecnología que nos acompaña. Y sobre todo, para entender que todos, desde el inversionista hasta el actor, tenemos que sacrificar ciertos beneficios económicos, al menos temporalmente”, manifiesta Castillo.
El director Reyvin Jáquez considera necesario que se le preste atención al tema de la distribución. A esto agrega que todo dominicano que haga una película y cumpla con niveles de calidad necesarios desde el punto de vista cinematográfico, por ley, debería llevar su cinta a las salas de cine.
Sathia Lorenzo guarda la esperanza de que las cintas que se hagan no se queden en la isla. “Deseo que el cine dominicano siga creciendo, que se expanda y cruce fronteras”.
A Rodney Llaverías, quien vive en el extranjero, le enorgullece poder decir que una película es dominicana. “Me llenaría de alegría escuchar nuestro país nominado a un ”scar o una Palma de Oro. Pero más que nada deseo que seamos más unidos en nuestra búsqueda al éxito, ayudarnos y darle paso a los que vienen de abajo”.
Por otro lado, Carreras desea que los directores tomen una pausa p para descubrir todas las historias que esperan ser reveladas. “Que se animen a realizar el cine más humano: el documental, pues como dice Patricio Guzmán un país que no tiene cine documental es como una familia sin álbum de fotografías”.
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LO QUE ESTIPULA LA LEY
El Decreto No. 370-11 que establece el Reglamento de Aplicación de la Ley No. 108- 10, para el Fomento de la Actividad Cinematográfica en la República Dominicana señala que una obra cinematográfica dominicana de cortometraje es aquella que realizándose como una producción única, o como una coproducción, incluso con participación extranjera, incorpora como mínimo los siguientes requisitos:
1) Que el idioma hablado sea el español;
2) Que tenga una duración máxima de 25 minutos;
3) Que el capital dominicano invertido no sea inferior al 20% de su presupuesto;
4) Que participe al menos un productor dominicano;
5) Que cuente con una participación artística mínima de dominicanos, así:
a) El director de la obra cinematográfica, o
b) Un actor principal, o
c) Un actor secundario y al menos dos de las siguientes personas: director de fotografía, diseñador de producción, director artístico o escenográfico, autor o autores de la música, dibujante, si se trata de una película animada, editor y diseñador de sonido. No se requerirá la participación de actores, si el tipo de género de la obra cinematográfica no lo requiere;
6) Que cuente con una participación técnica mínima de dominicanos, de al menos cuatro posiciones: Sonidista, camarógrafo, asistente de cámara, luminotécnico, continuista, mezclador, maquillador, vestuarista, ambientador, seleccionador de elenco.
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