El riesgo al fracaso y a la pérdida económica que esto trae consigo son grandes razones por las que las personas prefieren tener un trabajo estable, donde reciben mes a mes una suma que les permite vivir cómodamente o algunas veces sólo subsistir.
Hace ya mucho tiempo, cuando estaba pequeña, mis padres eran personas de clase media baja, con trabajos que ayudaban a pagar las cuentas y las necesidades más básicas; Recuerdo que mi padre siempre fue una persona con un aire emprendedor que se sentía frustrado al tener que trabajar para alguien más. Un día, decidió que emprendería su propio y pequeño negocio, comenzó con una tienda llamada “El siete” como una alusión a la buena suerte, allí vendía desde productos de la canasta familiar hasta minutos a celular, que es algo muy común en Colombia y se encuentra en cada esquina.
Este negocio no tuvo mucho éxito y rápidamente fracasó. A pesar de esto, con su constante idea de ser independiente, decidió empezar a hacer domicilios en bicicleta, trabajaba en el hospital del pueblo donde vivíamos, y continúo con su venta de minutos. Gracias a su buen desempeño y trabajo duro, mucha gente empezó a confiar en él.
Con el pasar del tiempo, ahorró para comprarse una motocicleta y así le dio descanso a las piernas que día a día debían recorrer varios kilómetros para completar las tareas que se le encargaban.
Mi madre por su lado tuvo la oportunidad de administrar un negocio de venta de licores, una ventanilla llamada “Diler” algo así adaptación de dealer o negociante en español, aunque este negocio tuvo un excelente desempeño por un tiempo y nos dio una calidad de vida mucho mejor, un día después de la pérdida de un dinero, las deudas empezaron a consumir su producido y ganancias hasta que finalmente quebró.
Después de una década o más de hacer básicamente lo que la gente necesitara, desde pagar recibos hasta transportar personas, mi padre tuvo ahorros para empezar a prestar dinero a interés, este fue un gran salto para su negocio, lo que le permitió tener una estabilidad económica mayor.
Siempre llegaba a contarnos a mi madre y a mí por todo lo que tenía que pasar cuando sus clientes no querían pagar. Decía que los deudores morosos apagaban el celular, se escondían o hasta se cambiaban de residencia para evitar hacer frente a sus deudas. Siempre he pensado que él es una persona con una paciencia y una fuerza interior dignas de admirar. Hoy en día mi padre continúa con su negocio y se puede considerar una persona próspera y de buen vivir.
Esto no quiere decir que no deba enfrentar situaciones difíciles, recientemente ha tenido que enfrentar la recesión económica que lo ha afectado directamente como a miles de personas, pero su ímpetu y fuerza de voluntad lo mantienen con su visión clara y su idea de ser libre y no depender de nadie más.
Esto es sólo un ejemplo de la lucha que genera emprender un negocio y ser capaz de mantenerlo en pie y más aún hacer de este un negocio o servicio algo exitoso. Las personas se preguntan si cualquiera puede ser emprendedor, pienso que no se nace siendo emprendedor, se trabaja y se logra con el tiempo, se forja un carácter que puede soportar las altas y bajas que representa estar al frente de algo que surge como una idea y que las personas llegan a necesitar.
Si estás pensando en emprender un negocio, debes tener en cuenta que los imprevistos, los errores y la incertidumbre podrán aparecer en el camino al éxito, pero si mantienes un estado mental fuerte y continúas enfocado podrás llevar a cabo aquello que sueñes y puede que hasta te sorprendas con lo que alcances a lograr.
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