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Estos dos senadores tienen en jaque los planes de joe biden.
El plan de infraestructura y el plan de gasto social, las dos mayores iniciativas de la Casa Blanca, no avanzan en el Congreso porque las objeciones que hacen dos senadores demócratas impiden un voto en la Cámara de Representantes.
El gran problema de un Congreso donde las mayorías son muy ajustadas es que cualquier legislador puede dejar en suspenso el avance de las iniciativas, aun cuando provengan de su propio partido. Y eso es lo que está experimentando el Partido Demócrata con dos de los suyos: los senadores Joe Manchin y Kyrsten Sinema.
Sinema, de Arizona, y Manchin, de Virginia Occidental se han convertido en el voto decisivo para la agenda de inversión social del presidente Joe Biden. Ambos senadores representan al sector centrista, más conservador, del Partido Demócrata.
Aunque Sinema y Manchin son senadores, mantienen en jaque la aprobación en la Cámara de Representantes de los dos grandes planes de gasto del presidente: el plan de infraestructura de $1.2 billones (trillion en inglés) y el plan en inversión social de $3.5 billones (trillion en inglés).
Pero Manchin y Sinema, quienes ayudaron a que el proyecto de ley de infraestructura ganara apoyo bipartidista, frenaron el avance del plan de inversión social alegando que es demasiado grande. Manchin hizo una propuesta este jueves para reducirlo a $1.5 billones, que ha caído como balde de agua fría entre muchos demócratas del ala progresista.
La estrategia en la Cámara de Representantes era proceder con el proyecto de obras públicas, que cuenta con el apoyo bipartidista, mientras se continuaba negociando el otro gran paquete que la Casa Blanca ha descrito como “infraestructura humana” y que incluye ampliar el acceso a la atención de la salud, impulsar los programas de educación y luchar contra el cambio climático.
Pero como Manchin y Sinema se muestran renuentes a aprobarlo cuando llegue al Senado, el grupo de representantes progresistas ha dicho que no votará en favor hasta que el paquete social no cuente con garantías de convertirse en realidad.
Eso llevó a la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, a posponer el voto que había convocado para el jueves pasado, cuando quedó claro que arriesgaba a una humillante derrota propinada por sus propios dos compañeros del partido.