El primer instinto es buscar fantasmas. En el mismo año que Sammy Sosa anotó 66 jonrones, vimos a Michael Jordan robar la pelota, hacer una pausa calculada, maniobrar ingeniosamente y disparar su última y más importante jugada contra el reloj… A sólo 6,6 segundos del final.
¿Estás bromeando?
¿Qué significa esta espeluznante simetría numérica? No lo sé. Dejémoslo como una linda coincidencia, una prueba más de por qué 1998, hayas sido viejo o joven o un político de mediana edad acosado por Larry Flynt, fue el año deportivo más memorable, excelente y genial de esta época. Hoy en día, las generaciones no están unidas por muchas cosas. Pero de alguna manera, una serie de flashes fotográficos y majestuosos logros nos unieron en un asombro colectivo, dejándonos con ojos y la boca abierta.
«Papá, ¿podemos ir a ver a Sammy Sosa jugar un partido?» preguntó una niña de 8 años en julio, dejando que la euforia se le escapara de la boca.
Es injusto esperar que se repita todo esto en un futuro próximo. El drama fue así de intenso, así de inmenso. Este fue el año en que se rompió el más regio de los récords, el año en que la historia se hizo a un lado para algunos de sus más grandes equipos, el año en que sucedió lo imposible y dejó que John Elway ganara y Doug Flutie jugara, el año en que Casey Martin venció a los arrogantes maestros del golf y se subió a su carrito, el año en que Harry Caray vivió más allá de su muerte y Joe DiMaggio murió mientras vivía. El mejor testimonio de 1998 fue que pudo incluir un paralizante cierre de la NBA, un esteroide llamado androstenediona, la renovación de la licencia de Mike Tyson, el fracaso de las Olimpiadas de Invierno y cada boda, anulación, película basura y espectáculo de lucha libre posible en el que participó Dennis Rodman; y aún así ser recordado como un año maravilloso.
Sosa contra Jordan. ¿Quién fue la gran historia del 98? No debería sorprender a nadie que yo diga que Sosa. Su triunfo fue nuevo, fresco, totalmente inesperado. Se trataba de un hombre que en 10 años creció ante nuestros ojos, dejó atrás su inmadurez y sus tendencias rebeldes y se convirtió en un embajador humanitario y mundial.
Para ser justos con Jordan, él nunca tuvo que rescatar una patria empobrecida después de un desastre. Pero Sosa también se dedicó a su arduo trabajo diario en el béisbol con una sonrisa, como alguien que tenía su vida en perfecta perspectiva. Era más divertido estar cerca de él que de McGwire, más divertido estar cerca de él que de Jordan.
Los 66 jonrones de Sammy
El Papa Sammy batea 66 jonrones, gana el premio al Jugador Más Valioso y desfila en una carroza por Broadway.
Los Bulls también ganan
Los Bulls ganan el sexto título de la NBA. Jordan encesta un tiro digno de Hollywood para terminar su carrera, rechaza el cigarro de Jerry Reinsdorf. Es el mejor jugador que ha habido. McGwire posee el record más famoso y glorificado de todos. Pero Sosa fue con quien nos identificamos a este año.
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